Cuando Juan Victor Huentelao llegó a vivir al sector de Pantano en la comuna de Traiguén, sus vecinos le aseguraron que era imposible tener una huerta orgánica entre tantos pinos y eucaliptus.
Sin embargo, su amor por la tierra y la herencia ancestral dejada por su madre, una conocida Machi, motivaron a este hombre a demostrarle a todos los miembros de la comunidad indígena, Juan Marin que los cultivos orgánicos a través de un sistema agrícola sostenible, podían transformarse en realidad.
A partir del año 2010 y bajo la atenta mirada de INDAP, Juan Victor Huenteleo comenzó a recibir asesoría a través del Programa de Desarrollo Territorial Indígena, PDTI. Concebido como un proyecto familiar , Victor junto a su esposa Nancy y sus hijos comenzaron a desarrollar un huerto redondo, semejante a la forma de un kultrún, abonado orgánicamente a través del reciclaje de los cultivos, humus (abono con lombrices) y guano de animales.
En el centro de su huerta, existe una estructura semejante a una ruca, bajo la cual se albergan almácigos que a futuro dará vida a diversos productos de la tierra. Además su espléndida huerta contempla productos tales como el cilantro, la acelga, el repollo, porros, ajo, perejil, ají, betarragas, y muchos otros productos de la tierra producidos naturalmente.
Sin embargo, para materializar este sueño, Victor tuvo que desforestar el territorio y plantar especies nativas. Para él, la recuperación del suelo, era vital para ver crecer su huerta.
“La asesoría de INDAP ha sido muy importante, sobre todo para proteger los cultivos de las plagas, porque como no usamos ninguna sustancia química, se debe tener un especial cuidado. Producir orgánicamente es muy importante para las comunidades indígenas, para mi pueblo, la huerta es un brazo del bosque” sentencia Victor.
Para él, su huerta refleja también la extensión del bosque, concebida de manera, circular como el kultrún, donde todo nace, crece muerte y vuelve nacer. “Hemos rescatado nuestra cultura a través del cultivo de la tierra. Esta era una tierra desnutrida, pero a través de INDAP comenzamos a trabajar para darle vida al huerto. El guano, por ejemplo es un abono perfecto para hacer almácigos. Yo quise demostrarle a toda la comunidad que esta tierra tenía vida, hemos recuperado la tierra, la herencia ancestral y lo más importante que nuestros productos son naturales, están vivos, son sanos” afirma Victor visiblemente emocionado.
“Valorar la tierra y sus frutos, garantizando una asesoría que también contemple el rescate identitario ha sido también parte de los objetivos del programa de Desarrollo Territorial Indígena. Victor le demostró a su comunidad que se podía revertir la idea de superficies no cultivables y trabajar con ahínco para la materialización de su huerta orgánica. Hoy su sueño se ha transformado en un referente para toda la provincia de Malleco, al ser concebida como un proyecto agroecológico que rescata desde la huerta toda la identidad del pueblo mapuche”, señaló Ricardo Senn, Jefe de la Unidad de Gestión Territorial de INDAP.